lunes, 11 de abril de 2011


Supongamos que a una princesa le encanta el helado de dulce de leche granizado y todos los días se come uno. Pero resulta que el helado se acaba y la princesa se da cuenta de que ya no hay más y de que nunca más lo habrá. Podrá comprar helados de frutilla, de vainilla, de chocolate... Pero nunca más volverá a tener helado de dulce de leche y aunque intente olvidar su sabor y lo mucho que le gustaba, siempre lo recuerda, y entonces se da cuenta de que los helados de frutilla, de chocolate, de vainilla y de todos los demás sabores del mundo, en realidad  no le importan una mierda. Que ella lo que quiere es el helado de dulce de leche, pero el helado de dulce de leche no volverá.

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